Un chapuzón helado en aguas finlandesas

Foto: Mari Storpellinen

Desde finales de otoño hasta la primavera, un puente flotante conecta la pequeña isla de Uunisaari con Kaivopuisto, el parque situado a lo largo de la orilla sur de Helsinki. Es una fría mañana de invierno y el silencio de la isla se rompe repetidamente cada vez que una fila de figuras escasamente vestidas se desliza entre el edificio bajo de la sauna y el embarcadero, para luego sumergirse valerosamente en un gran agujero practicado en la superficie congelada del mar.

Cada invierno, 150 000 finlandeses “disfrutan” dándose chapuzones con regularidad en los fríos lagos y bahías. Las personas que no están familiarizadas con esta práctica suelen hacer la siguiente pregunta: ¿Por qué? “El choque que te produce el agua helada te provoca un subidón frío que te hace sentir más vivo que nunca, y luego te sientes extremadamente tranquilo y fresco”, nos explica Jonas Sipilä, secretario del Club de Natación Uunisaari Arctic. “Te dejas el estrés en el mar y la experiencia se convierte en una adicción”.

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