El mago de buen corazón -  Linus Torvalds

Mucho antes de que los jóvenes descubrieran la magia de los juegos de computadoras u otras diversiones digitales el niño de 11- años estaba fascinado con el aparato grande y poco atractivo llamado Comodore Vic-20 de su abuelo. Era una computadora muy sencilla. Para poder usarla era necesario conectarla a un televisor y allí aparecía y desaparecía la palabra “Ready”. Cuando el abuelo de Linus Torvalds, un profesor de estadísticas en la Universidad de Helsinki, lo trajo a su apartamento ubicado en la calle Unioninkatu su nieto quedó encantado. Ya desde chico Linus prefería resolver  problemas matemáticos que cualquier otro tipo de actividad común para niños de su edad.  Después de la llegada de la computadora en su vida, repartía su tiempo libre entre problemas matemáticos e intentos diseñar programas simples para el aparato. Uno de sus primeros logros fue un programa el cual mostraba la palabra “hello” una y otra vez en la pantalla.

Mientras Tordvalds crecía, aumentó también su pasión por las computadoras y el grado de sofisticación de los programas. Cuando otros adolecentes estaban tomando cerveza y festejando con sus compañeros, el estudiante de  ciencias, Tordvalds, ahora  con 21 años, se encerraba en su dormitorio para diseñar un programa. Después de un maratón de seis meses había finalizado el programa de un sistema operativo para la computadora. Vivimos el año  de 1991 y es cuando nació Linux. Linux está operando hoy millones de computadoras en todo el mundo, inclusive una gran parte de las que envían información por internet.

Al crear el sistema operativo –Linux, Torvalds decidió ir por sus propios caminos, y muy distintos a los que eligieron otros inventores en el área. En vez de tratar de sacar beneficio propio de su creación, decidió compartir su programa. Sin embargo  puso una condición, los que usen Linux y tengan propuestas para mejorar su funcionamiento tienen que seguir compartiendo sus inventos con el resto de los usuarios. Esta inusual forma de manejar el desarrollo tecnológico garantiza una evolución permanente del sistema operativo  Linux.  Este fue también el comienzo de un movimiento mundial, llamado “Open Source” “Fuente abierta”. Hoy miles de programadores voluntarios están trabajando para seguir mejorando este sistema, y así participan en un proyecto de cooperación, el más grande  del mundo. Torvalds sigue, sin embargo, a la cabeza del sistema. Es él quien acepta, o no, las propuestas de mejoramiento del Linux.

Torvalds ya se está acercando a los 40 años. Él controla su enorme operación Linux desde su repleta mesa de trabajo, ubicada en su casa en Portland, Oregon.  Vive allí desde el año 2004. Su esposa Tove y sus tres hijas Patricia, Daniela y Celeste en el segundo piso y el atrás de su escritorio en su oficina con unos ventanales inmensos hacia un jardín verde. La vista es tranquilizante, los ventanales ofrecen un panorama atractivo. Le encanta observar a los ciervos caminar en su jardín, hasta le gusta verlos comer sus rosas. Si él tuviera  que elegir se quedaría con los ciervos, porque además de amar la tecnología Torvalds es un gran amigo de los animales. Siempre cuando viaja para visitar a sus colaboradores, trata de visitar los zoológicos locales.

Torvalds reside en los EEUU desde el año 1996, pero sus raíces finlandesas se hacen notar. El sauna de la familia esta sólo a pasos de su escritorio. El jardín tiene las características de un bosque finlandés con una diminuta cabaña,  hecha de madera y pintada de rojo. Es una casita que él construyó para sus hijas, para que ellas puedan jugar allí. Con mucho orgullo muestra la casita, pero no puede dejar de burlarse  de sí mismo, de las fallas en la construcción. “Fíjate en la instalación de los cables”, dice él y muestra una extensión de cable con el cual la casita recibe la alimentación eléctrica. "Precaria, verdad."

Originalmente publicada en ”Logros - 90 cuentos de finlandeses exitosos”,
Publicada en “Virtual Finland” en enero de 2008